sábado, 11 de febrero de 2012

Contracultura

Creo que los movimientos sociales han sido el mejor método de canalizar todo el espíritu de resistencia a los sistemas impuestos y que han tenido un papel fundamental a partir del final de la II Guerra Mundial. Sin embargo, el modus operandi llevado a cabo por estos movimientos no es genuino. La sociología política nos dice que, los grupos antisistema –ahora y siempre- tienden a mimetizarse en su forma organizativa con el ente a combatir. Para entenderlo podemos poner ejemplos reales:

Lenin, en su obra ¿Qué hacer? Describe la célula, la base del modelo organizativo para el Partido Comunista en la clandestinidad. Cada célula es un pequeño grupo compuesto de tres o cuatro personas y que están aisladas de las demás células, y llevan a cabo una parte muy concreta de la lucha antisistémica: por ejemplo, la impresión de panfletos para determinadas fábricas. Lo interesante es que la forma de la organización global es totalmente jerarquizada y vertical, siguiendo exactamente el mismo esquema que el de la fábrica, el enemigo al que se enfrenta. Se mimetiza, por tanto, en su forma organizativa con su antagonista.

Los movimientos sociales, en la actualidad, hacen lo propio con el sistema al que pretenden combatir: la economía y la sociedad entera funciona en red; pues los movimientos antisistémicos y sociales funcionan también bajo esa forma. Otra herramienta fundamental para el sistema económico que nos rige es la publicidad, la utilización de imágenes llenas de fuerza fácilmente recordables y con un gran atractivo para el receptor; pues bien, también aquí el antisistema se mimetiza con el antagonista y utiliza sus mismas técnicas, como lo demuestran por ejemplo la propagación de la mítica serigrafía de Ernesto Guevara, casi como un reclamo publicitario; o la potente imagen encapuchada del Comandante Marcos.



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