sábado, 14 de febrero de 2015

La España vertebrada; la Grecia soberana

El marcado cambio en el sistema de partidos de Grecia y España a través de, respectivamente, Syriza y Podemos, -principalmente- está suponiendo un acercamiento hacia la soberanía popular real a estos dos Estados. Uno ya  ha logrado acceder al gobierno colándose entre los grandes partidos clásicos hegemónicos; el otro tiene posibilidades reales de hacerlo también este mismo año.
¿Qué supone o supondría que gobiernen partidos como los citados? Dependiendo de quién dé la respuesta tendremos un discurso catastrofista u otro ilusionado, pero en ningún caso encontraremos una respuesta indiferente.


Creciendo como ciudadanos

Sin embargo, esta situación ha llegado hasta aquí, -por lo menos en España- empujada por la sociedad civil, que ha ido cambiando de hábitos en cuanto ciudadanía, pudiéndose hablar, creo que sin exagerar, de un cambio de cultura política en el país. Son, por lo tanto, estas mutaciones en la forma de comportarse de la gente los que han permitido un incipiente cambio de la Política actual.

Porque uno de los grandes logros de este proceso en España es haber recuperado para el debate y la discusión política a la mayoría de la ciudadanía, que hasta entonces no ejercía como tal a nivel político. Las clásicas respuestas de tipo “a mí la política no me importa”, o “yo no tengo ni idea de política, paso de eso” son ahora mucho más difíciles de encontrar entre el discurso popular. Se ha señalado con el dedo los comportamientos incívicos y antidemocráticos practicados anteriormente que eran aceptados con naturalidad; se ha hecho entender que lo normal no es dejar que te roben señores con traje y corbata; se ha bajado a nivel de ciudadanos comunes a los que toman decisiones en nuestro nombre y  para nuestro beneficio a sabiendas de que nos estaban destrozando las condiciones de vida para mejorar grotescamente la suya. En definitiva, se ha conseguido alimentar y dar instrumentos para desarrollar una ciudadanía consciente y crítica.

Reflejo de esto, y señal inequívoca de que la fuerza de este rearme ciudadano es real, es que los medios de comunicación y el establishment que es objetivo de sus críticas hayan adoptado su propio lenguaje. No sólo han entrado, aunque tarde y mal, en el debate de ideas –con el 15M no querían hablar, decían que lo que tenían que hacer era canalizar esas demandas democráticamente, refiriéndose con esto a institucionalmente-, sino que, más sintomático aún, han adoptado el lenguaje y entrado en la dialéctica del propio movimiento.
 ¿Qué periodista o incluso político no utiliza el término casta para referirse a ella? ¿En qué debate de medios de masas no sale a relucir? Podemos, reflejo político del proceso ciudadano del que hablamos, invirtió potentemente en esa designación durante sus orígenes (sí, parece exagerado hablar de los orígenes de Podemos como de algo alejado en el tiempo) y ya se ha asumido como un concepto totalmente aceptado; aunque sea usado para decir que tal no existe. Y la importancia que tiene eso la explicaba un profesor –por cierto, con coleta, y muy joven…- a través de la siguiente idea: ponerle nombre a las cosas es ejercer poder. Es decir, colocar las etiquetas y que sean aceptadas, implica poder. Y es lo que ellos consiguieron desde el mismo momento de su nacimiento. Señalaron a todos aquellos que encierran los adjetivos que en el imaginario social se le atribuye a la clase política, y de una forma tan gráfica y simple quedaron etiquetados.

Otros logros de este proceso, y quizá uno de los más interesantes desde un punto de vista sociológico, es la veloz vertebración ciudadana que han supuesto las denominadas mareas ciudadanas, rompiendo de pronto ese tan típico al mismo tiempo que evidente convencimiento de que los países del sur de Europa tienen (sufren) unas sociedades invertebradas, que impiden cualquier tipo de reivindicación ciudadana organizada capaz de enfrentar de forma eficiente la institucionalización que se requiere y se necesita para embestir a modo de ariete contra el Leviatán jurídico-administrativo de los Estados. Probablemente ha esto hayan ayudado las nuevas tecnologías con sus nuevos canales de comunicación en red; y de esto mismo se desprende la importancia decisiva de la juventud en todo este proceso.



Recuperando la soberanía

La fuerza de las medidas que se esperan por parte de SYRIZA (ΣΥΡΙΖΑ), en especial las que hacen referencia a los temas más trascendentes en economía (auditoría de la deuda pública, subir los impuestos tanto a las rentas más altas como el de sociedades para grandes empresas, prohibir los derivados financieros especulativos, nacionalizaciones de empresas de sectores estratégicos, rebajas fiscales para productos de primera necesidad, cobertura sanitaria pública gratuita para las personas desempleadas, sin hogar y/o sin ingresos suficientes…) supone una decidida toma de las riendas del destino de un Estado por parte de la nación a través de la política. Y decir esto es lo mismo que, que la ciudadanía administre sus propios bienes y recursos nacionales en pro del interés general. Y este interés general no se trata de ninguna figura retórica izquierdista ni de ninguna utopía irrealizable; ni siquiera de un concepto simplemente que utiliza la ciencia política. Supone, simplemente, anteponer el interés común de un pueblo a los beneficios individuales, especulativos e inmorales de unos pocos, con nombres y apellidos. Cuando existe una situación generalizada de pobreza debido a un modelo de gestión de la crisis en la economía, en la que los únicos beneficiados son los que no necesitan ayuda, y en la que se sacrifica y se deja de lado a la generalidad de la población, se evidencia que el concepto democracia está muerto. Principalmente porque han sido decisiones adoptadas por la oligarquía política.
Las medidas que intenciona llevar a cabo SYRIZA están orientadas a retomar el control, a anteponer el bienestar ciudadano a la lógica de la rapiña, a dar de comer a la gente frente a lanzar a los buitres contra ellos.

No se trata de negar la economía de mercado en este momento; es simplemente salvar de la pobreza y la miseria a todo un pueblo.

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