sábado, 1 de diciembre de 2012

Neoliberales y gordos: la copia mala de los Estados Unidos


“Las noticias no pueden ser más alarmantes”, como diría Manolo Kabezabolo. Resulta que llegas un día y ves en el periódico una noticia que dice que en la Unión Europea se ha disparado la tasa de obesidad, alcanzando casi las cifras de los Estados Unidos. Los antaño esbeltos europeos ya no pueden mirar por encima del hombro las titánicas barrigas y papadas norteamericanas; ya estamos a su nivel: comemos la misma mierda.

Curiosamente, en los últimos años es más frecuente levantarse del sofá para ver quién llama al timbre el primero de noviembre que el día de nochebuena; el auge del dichoso Halloween frente a la castiza costumbre de pedir el aguinaldo; además, el mencionado Día de Todos los Santos, ha cambiado los huesos de santo y los buñuelos e ir a poner flores a nuestros muertos –somos lo que somos, nos guste o no- ir disfrazado de gilipollas casa por casa pidiendo caramelos y decorando calabazas. Y esto no es una simple cosa de niños, sino que llega con la complicidad de los papás y mamás de los más pequeños, y con la inestimable ayuda del marketing de grandes marcas, incluso con la publicidad de los telediarios.

 Me parecen dos cuestiones puntuales pero muy significativas. “Globalización”, dirán acertadamente muchos. Sí, tiene que ver con la globalización y los nuevos tiempos, pero se trata algo que va más allá del simple intercambio de culturas. Además creo que desde el punto de vista de un europeo se tiene la sensación de que no existe tal intercambio, sino que simplemente se exporta cultura en sentido Norte América-Europa. 

 Immanuel Wallerstein, principal autor de la teoría del sistema-mundo, coloca el dominio cultural mediante su exportación como uno de los tres factores para que un país se le pueda considerar hegemónico. Tan importante atribución se le da a exportar cultura…

Pero, evidentemente, estos dos ejemplos no tendrían apenas importancia si no fueran, como creo que lo son, un reflejo de esa hegemonía –cierto que en declive- del país con un presidente que es capaz de conseguir un Premio Nobel de la Paz teniendo un Guantánamo bajo su responsabilidad.

Lo que realmente tiene importancia es que, ese país, haya tenido influencia sobre Europa en la exportación de su modelo económico –y en consecuencia social-.

El caballo de Troya fue la conjunción del binomio Reagan-Thatcher. Como viene siendo recurrente en la Historia Contemporánea, se dio una alianza ideológica entre las administraciones de estos mandatarios. El famoso “there is not alternative” de la Primer Ministro Británica para plantear su política económica ultraliberal fue el complemento ideal para la OTAN. La excusa es la URSS y su demoníaca forma de economía marxista. Pero pronto cayó el Muro…

Sin embargo había empezado a calar la doctrina económica de la Thatcher –no olvidemos que importada de EEUU-, hecho que se materializó con el Tratado de Maastricht en 1992. Ya no existía la excusa de la amenaza marxista, el demonio había desaparecido y no había ya peligro de contagio, pero la élite oligárquica Europea descubrió que le iba la marcha; reflexionando sobre los criterios de convergencia ya se intuía el camino que se había elegido para el Viejo Continente –y no me refiero al antiguo Carrefour-: sobre todo en uno de los cuatro criterios, referido a la sostenibilidad de las finanzas públicas; claro eufemismo de control de la deuda pública, elemento fundamental de la economía keynesiana.

Así podemos entender las políticas llevadas a cabo en Europa desde entonces, y más en concreto las actuales en el contexto de crisis económica europea y mediterránea.
 
Mi reflexión es que somos la copia mala de los EEUU. Su modelo económico, al margen de sus consecuencias sociales y los problemas éticos que ello conlleva, les ha llevado a ser el hegemón del Siglo XX. En Europa, copiar ese modelo no sólo no nos ha llevado a disputar la hegemonía con las demás potencias, sino que ha destruido lo mejor que teníamos: los mecanismos de garantía social –o Estado del Bienestar- y de relativa igualdad de oportunidades, a cambio de nada.
 
Total, que nos hemos dejado convencer para ser unos gordos, unos horteras y unos neoliberales casi convencidos…


 

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