El texto parte de una definición que hace Schumpeter de la ciencia, en la que afirma que “es ciencia cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo (…)” , y a continuación se nos asegura que este autor pertenece claramente a una tendencia empirista e idealista.
Sobre esta base, el autor del texto, Gino Longo, nos va a intentar convencer a través de lo que él considera tres aspectos fundamentales del conocimiento científico de que el análisis correcto de la realidad y de lo que es ciencia ha de hacerse desde un punto de vista marxista.
El primer aspecto fundamental del conocimiento científico es que, éste, no sólo debe describir la realidad, sino que también tiene que explicarla. La ciencia debe reconstruir idealmente el esquema de desarrollo de la realidad; debe esquematizar la realidad (en la mente o en un abstracto) explicando todos sus elementos.
El segundo aspecto fundamental es la idea de que “la condición indispensable para que exista un verdadero conocimiento científico es la exigencia de que la realidad objetiva sea explicada a partir de ella misma, sin introducir momentos, elementos o explicaciones que no pertenezcan a la realidad”. Por lo tanto la realidad se debe explicar y comprender partiendo de ella misma, bajo sus premisas y reglas. Esto es lo que distingue a la ciencia de conceptos distintos pero susceptibles de entremezclarse con ella, como puedan ser las ideologías, las creencias… Esta interpretación conduce a un materialismo filosófico:
Ya que “el concepto de materia sólo puede tener un significado: el de realidad objetiva que existe con independencia de la conciencia humana”, el marxismo se puede considerar como “la primera concepción del mundo basada total y exclusivamente en la ciencia”, puesto que una filosofía científica ha de basarse en el estudio de una realidad objetiva “tal como es y explicarla partiendo de ella misma.” Se puede considerar, por tanto, que el marxismo “es un materialismo filosófico (…) llevado a sus últimas consecuencias.”
El tercer aspecto es la idea de que el conocimiento científico no es un bien en sí mismo; es medio para modificar la realidad de acuerdo con las apetencias o necesidades del hombre. Derivado de este aspecto, el autor nos dice que el conocimiento y la praxis están innegablemente ligados. Podemos esquematizar esta relación en la frecuencia siguiente: actividad cognoscitiva → cognición e interpretación de la realidad → praxis destinada a modificar tal realidad.
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