Se nos presenta un texto en el que, de forma inductiva, se nos quiere explicar el sentido y el significado de la dialéctica materialista (o así he interpretado yo el texto, como una sucesión de aclaraciones teóricas para llegar al final del mismo en condiciones de comprender dicho concepto). Por lo tanto, a la hora de resumir el texto, lo haré de forma paralela al desarrollo que hace el autor.
Inicia el desarrollo del texto explicándonos el concepto de concepción del mundo, y se nos presenta como un conjunto de creencias o principios inspiradores de la vida cotidiana, “que dan razón de la conducta de un sujeto”. Personalmente, lo he entendido como un término muy afín a “episteme”; a una forma de mirar e interpretar los acontecimientos y el funcionamiento del mundo. Se nos dice además que tales principios o creencias forman parte de nuestras formas de vida y de nuestras culturas, están integrados explícitamente.
Pero bien, lo más importante de la acepción es que una concepción del mundo “no es conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia positiva.”
Sin embargo, es de gran importancia en el entender la relación entre la concepción del mundo y la ciencia positiva:
En el ámbito grecorromano, las concepciones del mundo, que son expresadas principalmente mediante sistemas filosóficos, pretenden ser un conocimiento real del mundo, con la misma positividad de la ciencia. El fracaso de esta pretensión se materializa en el Siglo XIX, principalmente por la “constitución de del conocimiento científico positivo de la Edad Moderna”, que se caracteriza por su intersubjetividad y “por su capacidad de posibilitar previsiones exactas”. Estos dos rasgos le dan al hombre una seguridad y un rendimiento considerables: este conocimiento científico-positivo destrona entonces a la filosofía sistemática tradicional.
“La concepción del mundo (sin embargo) contiene afirmaciones sobre cuestiones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo”.
No obstante, se puede decir, según el texto, que la concepción del mundo y el conocimiento científico-positivo se retroalimentan, influyen recíprocamente el uno en el otro: la concepción del mundo intenta construirse de acuerdo con los resultados del conocimiento científico-positivo, y a su vez, la concepción del mundo inspira al conocimiento científico-positivo.
La concepción marxista del mundo
Los elementos fundamentales de la concepción comunista del mundo son dos: el materialismo y la dialéctica.
El texto salta hacia delante y comienza con el análisis de la concepción marxista del mundo, es decir, la concepción materialista y dialéctica del mundo, según Engels.
Rechaza factores idealizados y no reconocidos en la conducta humana; “aspira a terminar con la obnubilación de la consciencia”, pretende llegar a ser una concepción explícita del mundo.
Esta concepción marxista, se sabe eso, una mera concepción, y sabe que no está por encima de la ciencia.
Materialismo: Más adelante se nos descubre la explicación de inmanentismo; la explicación de los fenómenos se debe buscar en otros fenómenos, en el mundo, “no en instancias ajenas o superiores al mundo”, (muy positivista), y se nos afirma poco después que “el materialismo es, en sustancia, el anunciado del inmanentismo.”
Por todo esto, el materialismo se desarrolla a través de la ciencia positiva basada en una metodología analítico-reductiva; esto es: un análisis que busca cuantificar, manejar magnitudes, intentar “hacer medibles” todos los elementos de la realidad. Este método permite: el planteamiento de preguntas muy exactas y previsiones precisas, y posibilita la formación de conceptos más adecuados a la larga.
Sin embargo tiene la contrapartida de que, al despreciar el conocimiento cualitativo de los fenómenos, los conceptos de la ciencia son muy generales, y formulados así mismos por generalidades (o leyes). En consecuencia, “se pierde una parte de lo concreto”; o sea: “los “todos” concretos y complejos no aparecen en el universo del discurso de la ciencia positiva”.
Dialéctica: contrariamente, el “pensamiento dialéctico es precisamente el de las totalidades concretas”; una concepción del mundo, como ya hemos visto, tiene que ofrecer una comprensión de una totalidad concreta. Por lo tanto, la dialéctica, en tanto concepción del mundo, tiene que dar ese tipo de respuestas, ofrecer esa comprensión de la totalidad.
Con todo esto, podemos concluir que “la tarea de una dialéctica materialista consiste en recuperar lo concreto sin hacer intervenir más datos que los materialistas del análisis reductivo”.
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